Hay un cierto paralelismo entre la sorprendente propuesta de Vox, para que Ramón Tamames elabore el programa de Gobierno y lidere una moción de censura al Gobierno de Sánchez, y el ofrecimiento del Partido Ecológico de 1977 a Félix Rodríguez de la Fuente, para que se presentara como cabeza de lista a las elecciones generales del 15 de junio de 1977.
Aquel partido Ecológico fue fundado en 1977 por personas de la derecha. Su portavoz y cabeza de lista, el periodista del Ministerio de Agricultura y posteriormente profesor de la Facultad de CC de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, Fernando Javier Enebral Casares, entraría más tarde en la Alianza Popular de Manuel Fraga, y el que registró el Partido Ecológico, el abogado Damián Téllez de Peralta, es hoy de Vox.
No sabemos si los impulsores del Partido Ecológico de 1977 eran conscientes de las ideas de Rodríguez de la Fuente, quien defendía que el Gobierno fundamentara sus decisiones en criterios científicos y más objetivos posibles. Su Gobierno hubiera sido un equipo basado más en científicos que en políticos, capaz de desarrollar un programa de Transición Ecológica. Que los españoles hubieran podido votar un programa así, en alternativa al Gobierno de Suárez, hubiera sido revolucionario.
Un Gobierno de mujeres y hombres de ciencia, intelectuales y pensadores, con más miras que las de satisfacer a lo más ricos, como hace el PP, o a los más pobres, como hace Podemos, olvidándose de los grandes retos, que es el de que la lógica evolutiva indica desde hace tiempos que vamos a (y hemos de, con lo cual en lugar de lamentarnos deberíamos estar agradecidos) reducir la población de España y del Mundo a la mitad en unas pocas décadas; dedicar la mitad de la Tierra a recuperar la capacidad genesíaca del Planeta (la España Vacía es el estado natural del territorio, lo anómalo es la España petada) y su capacidad de producir aire limpio, agua potable, tierra y mares fértiles, biodiversidad, tecnología y la armonía que necesita la mente humana cuando huye de las megápolis en las que hemos decidido vivir, o las fuerzas evolutivas neolíticas nos conducen ello, lo que si está claro en que la mayoría queremos aglutinarnos; eliminar las naciones; ir a una lengua y un Gobierno universal; desarrollar la tecnología para hacer agradable la vida, no para aplicarla al armamentismo, etc.
Es muy curioso que quienes plantearon la necesidad de la ONU, la Unesco y la UICN, del pensamiento global y ecológico, en 1945, fueran británicos y suizos de la alta sociedad, así como magnates como Rockefeller o Príncipes como Bernardo de Holanda, co-fundador del Club Bilderberg en 1954 y del WWF, Fondo Mundial para la Vida Savaje, en 1961. El pensamiento ecologista nace en los palacios y salones de los clubes elitistas de Europa, por más que nos pese a los que a partir de 1970 iniciamos su versión popular desde la base.
En España no tuvimos un núcleo intelectual como el que formaron en Europa y América del Norte los Julian Huxley, Max Nicholson, Luc Hoffmann, David Rockefeller, Peter Scott, Aurelio Peccei, Erdward Goldsmith, Maurice Strong, Weizäcker, Brundtland, etc. pero tuvimos a un Félix Rodríguez de la Fuente, capaz de generar en España la conciencia de la necesidad de un cambio de dirección.
Félix Rodríguez de la Fuente nació y creció en el bando vencedor de la Guerra Civil española. Estuvo siempre rodeado del franquismo más rancio, pero nunca entró en sus estructuras. Tampoco en las de la oposición a la dictadura, como si hizo Tamames, cinco años más joven que él.
Desde joven, Rodríguez de la Fuente al que se «adscribió» fue al «bando» de los españoles magdalenienses, los que pintaron Altamira, hombres y mujeres libres, anteriores al fenómeno de la domesticación, extinguidos en libertad hace 5.000 años. Ese remontarse a tiempo y pensamiento tan antiguo como desconocido, hizo que, incluso hoy su enfoque sea difícil de comprender en su plenitud y trascendencia por el común de los humanos neolitizados. Pero esa era la ideología que Rodríguez de la Fuente predicó, e inoculó a decenas de miles de niños, los únicos capaces de captar ese mensaje, aunque al morir él cuando aún no habíamos madurado, lo tergiversáramos al quedarnos a medias.
Si Rodríguez de la Fuente se hubiera presentado a las elecciones generales de 1977, con bastante probabilidad las hubiera ganado, 1. por tener el respaldo internacional de la Casa Blanca y de altas esferas del poder, como el Club Bilderberg, 2. por tener un programa de desarrollo sostenible redactado por Naciones Unidos con un equipo internacional de científicos y estrategas de la Transición Ecológica y 3. por ser seguido por millones de españoles que confiaban en él. Habría iniciado en 1977 la política de transición ecológica que no pudieron, o no quisieron, o lo que es más probable, no sabían, ya no hacer, sino que existiera tal posibilidad, los políticos de mentalidad domesticada, neolítica hasta las trancas, de UCD, PSOE y PP.
En el libro que presentó Ramón Tamames en el Jardín Botánico de Madrid el pasado 31 de enero de 2023 “Luchar Lo Libre I, 1977, cuando el ecologismo pudo ganar las elecciones con Félix R. de la Fuente” (pulsa en el título para adquirir esa obra y pulsa aquí paraver la entrada anterior sobre la intervención de Tamames en el acto) se recoge información sobre lo ocurrido en 1977 para interpretar la oportunidad que perdimos cuando el movimiento ecologista decidió pegarse un tiro en el pie oponiéndose a que Félix Rodríguez de la Fuente se presentara a las elecciones en una oportunidad como aquella, cuando todo era posible.